DISTINGUIDO PÚBLICO
Por aquellos
tiempos, cuando España estaba en plena reconstrucción, la necesidad obligó a muchas
familias a dedicarse a los espectáculos callejeros, tanto al circo como al
teatro ambulante, o los títeres. Casi mendigando una limosna. Recorrían pueblos
y barrios de ciudades. Actuaban en plazuelas, al descampado, montando un
escenario rudimentario.
Otros habían
domesticado a una cabra obligándola a subir por una escalera, al compás de la
música estridente de una trompeta abollada. Después de la representación pedían
la voluntad.
También vi a unos “calés”
con una mona haciendo malabares.
—¡La mona barriga
verde! ¡Señores!
Hubo saltimbanquis, magos, payasos, acróbatas,
equilibristas, tragasables, malabaristas y trapecistas.
Debutaban en las
noches mágicas de verano, instalando en un descampado o plazuela, una pista de
circo, con trapecio y cable para funambulista.
Exhibiciones de
mucho mérito. Sin estridencias ni decibelios. La música que origina el
instrumento, sin artefactos amplificadores, se oye perfectamente, es agradable
y no molesta.
El
presentador, con voz chillona, comenzaba el espectáculo:
¡Distinguido público!
Magnífico, divertido
y, además de balde.—¡Bueno, la voluntad!
Después de la escena, pasaban la gorra. (1)
Mucha gente,
llevaba una silla o taburete de casa para ver la función cómodamente.
Una noche
veraniega, junto con varios chavales, vecinos, presenciábamos un espectáculo
teatral y de “varietés”.
¡De pronto!
Unos gamberretes
hartos a morapio, cabalgando a toda velocidad, sobre unos pencos ataviados con enormes
y escandalosos cencerros, espantaron al “distinguido público”, simulando a
grandes voces la huida de una vaca brava recia y mala, que se había escapado
del corral.
¡Cuidado! ¡La
vaca! ¡La vacaaaa!
La estampida del
distinguido, fue el mejor espectáculo. Muchos dejaron las sillas y se subieron
al precario escenario, que de tanto peso se vino abajo hecho polvo.
El cantante,
sarasa, se quedó a la mitad de la canción:
Cuando me case, mi madre,
dice que me va a comprar,Cuando me case, mi madre,
un traje muy elegante,
para poderme casar… ♪ ♫ ♫ ♪
El amasijo de
tablas, cortinas de crepé y cachemir raído, mezclado con los asistentes, el
sarasa, y mujerucas chillando, fue caótico.
El mocerío, partiéndonos
de risa, corríamos con todo jolgorio, como alma que lleva el diablo.
A los cachondos
del numerito, los conocíamos, eran del arrabal:
El Traga, el
Gelillo, el Miserias y el Cabeza plástico.
—¡Vaya choteo!
—¡Qué tiempos!
Crecimos sin TV hasta
los años 60, jugábamos en la calle, montábamos en bicicleta ,sin casco y ¡aquí
estamos!
Tampoco nuestros padres tenían sillas de seguridad en el coche para sus hijos.
Entonces, era cuando se vivió la verdadera crisis. Y no la de ahora.
Entonces, era cuando se vivió la verdadera crisis. Y no la de ahora.
—En aquellos años de nuestro país superando la recesión económica.
Los años del
hambre, en los que el nivel de vida estaba por los suelos.
A pesar de eso, la
gente tenía sentido del humor y disfrutaban con júbilo lo poco que poseían.
Las madres
economizaban cosiendo y remendando pantalones y calcetines rotos. Y el zapatero
le echaba “filips” y "palas" a nuestros gastados zapatos. —No había dinero para comprar
unos nuevos.
¿Qué era eso de
las vacaciones?
Allá por el 52, se
empezó a utilizar la palabra veraneo. (Los más privilegiados). Lo máximo era,
irse al pueblo o bañarse en el río.
Muchos, se fueron
para el otro barrio sin conocer la playa y sin ver el mar.
Los trabajadores
acudían al trabajo, por un sueldo mísero, montados sobre una bicicleta (el que
podía tenerla), lloviera o chuzara. Ahora en cochecito y nos quejamos.
Al colegio
andando. —¡No había otra cosa!
En las clases no
teníamos calefacción. Si acaso un brasero para el profesor.
Padecíamos
sabañones durante todo el crudo invierno. Inviernos de entonces. Frío polar
hasta 20º bajo cero.
—Pero, yo creo,
que eso ya lo he contado…
¡Pero! ¡Vamos a ver!
¡De qué pelotas, nos quejamos ahora!
——————————
Escribo para mí solo, sin ningún afán de notoriedad,
ni de publicidad, solo por el placer de escribir y narrar mis experiencias y
anécdotas.
A algunos le gustarán y a otros no, pero lo
importante es que quien me aprecie sepa comprender y valorar mis vivencias.
Los que me conocen, saben quién soy. Y los que no me
conocen. —¡Psche! Libertad para opinar.
No le tengo acritud a nadie, quiero vivir el resto
de mi vida en positivo, suavemente, sin aspereza, sin antipatía y sin
brusquedad. Con empatía hacia los demás, todas las personas tienen su lado
positivo.
Como dijo Gustave Flaubert:
En mi pobre vida, tan vulgar y tranquila, las frases
son aventuras y no recojo otras flores que las metáforas.
Nota:
Este artículo, corresponde
a un capítulo del libro:
QUERIDO ABUELO FELIPE.
ENTRE TÚ Y YO.
En este relato, los nombres y algunas
situaciones son en sentido figurado, para no herir la sensibilidad de los que
se sientan identificados con estas historias.
1 Vid:
Diccionario
Abierto y colaborativo.
Es la acción posterior a una
actuación artística espontánea en público de cualquier índole, mediante la cual
el artista espera ser compensado monetariamente por su presentación. Para ello,
utiliza un colaborador o él mismo pasa una gorra o sombrero a manera de caja de
recaudo. Las dádivas son voluntarias y variadas. Pedir donativos
No hay comentarios:
Publicar un comentario