sábado, 1 de junio de 2019

49 THE SPANISH PATIENT


Lo siento, pero no me resisto a divulgarlo:

A lo largo del tiempo, siempre ha habido algo que me conmocionó. Aunque ese algo, ahora en los tiempos actuales parece ser que casi ha sido erradicado. 
—¡Pero no del todo!
Antes, empezaré refiriéndome a la labor médica. 
Hay que reconocer que los médicos son la salvaguarda de la salud y, todos hemos estado y estaremos enfermos alguna vez, necesitando de su atención. Yo, particularmente, estoy agradecido al respecto.
He visto a especialistas muy cualificados, que nos atienden con, amabilidad, simpatía, consideración, experiencia y algo importante, sin prisas. Me reservo sus nombres, para no descalificar al resto. 
— Hablo de lo concerniente al seguro privado.
Conozco a un dermatólogo de “Calidad Total”. 
(Socialmente, y en el mundo laboral, se debe de intentar conseguir la calidad total, pero muchos la consideran una utopía, porque siempre hay alguien incumpliendo ese objetivo y, este no es el caso). 
—¡En lo referente a la calidad total podríamos argumentar, largo y tendido!
La carrera es larga y disciplinada además de la vocación y nivel de compromiso superior. Hay que poseer fortaleza para lidiar con el dolor ajeno siendo un buen médico al ser un proceso largo y exigente.

— ¡Pero, vamos a lo que iba!
— ¡Muchos pacientes, piden un poco de amabilidad en las consultas!,  sobre todo en lo concerniente a la Seguridad Social, al ser dónde más incidencia tiene el trato hacia el paciente.
Basándome en mi experiencia, he visto a algunos médicos, con demasiada prepotencia.
—¿He dicho algunos?
El código ético médico dice, que siempre se debe buscar el bien del paciente, sin hacerle daño y dejándolo decidir por sí mismo, después de una correcta información.
El pobre y sufrido enfermo, siempre tiene gratitud, simplemente necesita comprensión y solamente una dosis mínima de amabilidad. Además, el galeno debería saber adaptar sus explicaciones a nivel del enfermo. Sobre todo, con personas de baja cultura, o desplazados del campo no habituados al trato social ciudadano.
Conozco casos en los que algunos médicos atendieron a los pacientes, en tono altanero, actuando sin empatía, de forma despectiva, chulesca y prepotente, creyéndose en un estatus mental muy por encima de los demás, sin sopesar que numerosos enfermos, también tienen cultura inteligencia y preparación, únicamente es que al padecer alguna dolencia solo buscan alivio, aunque a veces no lo consigan.
Nunca un enfermo se atreve a insinuar algo sobre medicina, solamente se interesa e interroga sobre su preocupante salud. El médico sabe, o debe de saber cuál es la solución y trasmitirle tranquilidad. Sin increpar al paciente (como también he visto), con la frase tosca y chulesca cuando este le hace alguna sugerencia.
—¿Es usted médico?
En tono peyorativo, solamente para descalificarlo y humillarlo, al haber sugerido alguna opinión sobre su precaria salud. 
El médico, maneja un ordenador. En muchos casos, sin haber asistido a un curso previo, al menos del sistema operativo, con lo cual  a veces le surgen dificultades, sin poder solucionar el problema. (Por decirlo de una manera suave). Pero, en ningún caso, un ingeniero informático ha cortado e increpado a un médico con la frase:  
—¿Es usted informático?
—¡Deben de dejar hablar al paciente!, bajo mi percepción.
Tampoco un médico sabe de leyes, humanismo, ingenierías, o industria, por poner ejemplos. Nadie, que yo sepa, le increpa al respecto. 
No me encaja eso de la mala letra en la receta, totalmente ininteligible, tanto para el enfermo como para el farmacéutico, e incluso para la persona de recepción en radiología.
Siempre le reitero a mis nietas y nietos:
Si algún día llegáis a ser médicos (cosa probable), escribir bien legible o hacer una copia impresa. De esa manera, no humillaréis a la parroquia ni al boticario.
Durante una consulta en un traumatólogo (de cuyo nombre no quiero acordarme para no ir a males mayores), me dijo el cretino creyéndose un dios, que él no tenía la pastilla “curalotodo”.  Todo esto sin venir a cuento ni levantarse de la silla. Para no discutir, por educación y por ética, me levanté y me fui, perseguido por el personaje, puesto que, al percatarse de su desafortunada y chulesca metedura de pata, recapacitó de inmediato queriendo rectificar con precarias disculpas. Le resultaron inútiles sus frágiles argumentos.
Viendo en cierta ocasión un programa de televisión, un médico al que entrevistaban, alardeaba de que al recibir a los visitadores médicos les mostraba cara de póker (textualmente). Los consideraba inoportunos molestos y acaparadores de su tiempo. Imaginar el talante que tendría con los enfermos.
Claudicó vergonzosamente cuando uno de los periodistas le suministró un inteligente repaso, demostrándole que el visitador médico era un trabajador (licenciado en muchos casos), con muy buena preparación. Solamente iba a hacerle un favor, procurándole una información inteligente, gratuita, e instructiva, ampliándole y actualizándole así sus conocimientos y formación sobre fármacos. 
Podría seguir detallando incidentes, pero no merece la pena, creo que a todos nos ha pasado.
Pero, accidentalmente hoy, me he enterado de que una médica (atención primaria de Seguridad Social), ha tratado con despotismo a su paciente, además de no dar ni una con el diagnóstico. Casualmente la paciente es una abogada, con más intelecto, formación y educación que la médica. 
Ciertamente una mayoría de médicos son buenos. 
Pero, de lo malo, hay en este país. 
No se trata de que sea más o menos antipático/a, sino de que sea buen médico  o médica y tenga profesionalidad (y ojo clínico).
Reconozco que la carrera es larga, pero también otras muy difíciles, como por ejemplo la de matemáticas, ingeniería superior en informática, o la de juez, entre otras.
Como la excepción confirma la regla, también conozco a médicos especialistas muy cualificados, a los que solo le importa la salud de su paciente, tratándolo con paciencia, amabilidad, empatía, y profesionalidad, Informándole exhaustivamente sobre todo el proceso de la dolencia, entregándole un claro y completo informe de consulta impreso con el tratamiento, exploración y diagnóstico. En estos casos se trata de los médicos y especialistas de nuevas generaciones (anteriores a la mía), formados en otro concepto de sociabilidad. 
—Reitero, que su carrera ha sido exhaustiva y, tienen un trabajo intensivo viendo no menos de 150 pacientes a la semana. Soportando también a la gentuza, maleducados e impresentables.   
 —¡Pero! …                                                                   


¿Quién lo entiende?

Escríbalo yo, léalo el diablo.

sábado, 23 de marzo de 2019

48 RÍO ZAPATÓN


48 - RÍO ZAPATÓN
En una conversación que tuve cierto día en Badajoz, sobre la etimología del río Zapatón, sin que nadie diera pie con bola sobre el asunto, marchándose todo el mundo por los cerros de Úbeda.  Intenté sin éxito explicar la información que yo había recabado, después de haber consultado varias publicaciones sobre toponimia. Aprovecho ahora, para trasmitir la información que tengo.
El río Zapatón es el principal afluente del río Gévora. Tributarios son el Albarragena y el Sansustre, recoge todas las aguas de la vertiente suroccidental de la sierra de San Pedro, desemboca en el Gévora a la altura de Bótoa (la romana Budua).
Nace en la Sierra Duena al norte de la sierra de San Pedro, al sur de Aliseda. Muy cerca de la vía que une Aliseda con Alburquerque (EX-303). Forma el embalse de Ribera de Zapatón o Vega Morena, situado a la vera del camino rural de Alburquerque a La Aliseda.
No mantiene su caudal hasta volver a formar otro embalse, en esta ocasión el embalse de La Peña del Águila, cerca de Villar del Rey1. Este embalse, abastece de agua a la ciudad de Badajoz.
Después discurre paralelo a la carretera EX-325, que une Villar del Rey con Badajoz, hasta el cruce con la calzada EX-110 (Badajoz Alburquerque), donde se encuentra el puente del Zapatón. Sigue paralelo a esta carretera hasta su desembocadura en el Gévora a la altura de Bótoa.

(Según celtiveria.net. Aproximación a la toponimia cercana al Gévora).
 (“zpt”, (zapat), fluir, zpt-mym el agua, Lamuel 3,54; precipitar las aguas “mym”, Daniel11,4).
De lo que se deduce que el hidrónimo es de origen etimológico prerromano. Está claro que el nombre viene de fluir o precipitar las aguas. 


Albarragena:
“bar-gnh”; (Beer-gannah) Pozo jardín.
La rivera de Albarragena, nace cerca de San Vicente de Alcántara alimentado por varios arroyos, cerca del castillo de Piedrabuena. Desemboca en el embalse de Villar del Rey por la margen izquierda.

Sansustre:
“zan-o’strwt”. Cría de oveja.

La rivera de Sansustre, desemboca por la margen derecha del embalse Peña del Águila y nace en la sierra de Estena cerca del puerto de Clabín. Carretera EX-100 (Cáceres Badajoz).


 Vid. Wikipedia.
1 Orígenes de Villar del Rey.
Aún no está muy claro, pues hasta ahora no se han encontrado datos que lo aclaren con suficiente base, en qué época de la Historia surgió Villar del Rey como asentamiento humano. Pudo originarse sobre unas ruinas antiguas en tiempos de la dominación árabe, por el siglo XI en pleno poderío Aftasidas, reino de Taifa de Badajoz, o tal vez en el siglo XIII cuando el rey de León Alfonso IX iba reconquistando estas tierras a los árabes y las iba repoblando. Lo que sí está constatado que este pueblo fue durante varios siglos aldea del alfoz de Badajoz y en el siglo XVII villa exenta, enajenada por Felipe IV al Marqués de Leganés​ 
En 1594​ formaba parte de la Tierra de Badajoz en la Provincia de Trujillo.
A la caída del Antiguo Régimen la localidad se constituye en municipio constitucional en la región de Extremadura. Desde 1834 quedó integrado en el Partido judicial de Badajoz. ​ En el censo de 1842 contaba con 480 hogares y 1668 vecinos.
En la actualidad Villar del Rey tiene 2.241 habitantes.
                  




viernes, 25 de enero de 2019

47 FAUNA DE VILLANOS


FAUNA DE VILLANOS 

Me ha venido a la memoria una historia que hace tiempo, me contó un subdiácono secularizado, dejándome un tanto intrigado y dubitativo.  Lo que tenga de verídico esta leyenda, no lo sé. Pero estoy por apostar de su total autenticidad.
En honor a la verdad, no me resisto a describírosla. 
Al parecer, estos acontecimientos ocurrieron hace más de sesenta años, por la década de los cincuenta del pasado siglo,
—¡Que ya ha llovido! 
Estoy seguro de que, por lógica, algunos de los protagonistas se habrán ido a plantar rábanos al otro barrio y otros, cabe la posibilidad, que estarán en primera fila de la guadaña, esperando su danza macabra.
Bién es cierto, que todos los niños de aquellos años eran castigados sin motivo, atemorizados y extremadamente disciplinados. Al parecer, para aminorar su hipotética mala conducta.

Según me lo dijo el relator, entre todos estos, había uno, todavía vivo, del que no me quiso decir su nombre y llamó “Claudito”, en sentido figurado. 
Para su edad, era un chico muy avispado e inteligente, aparte de estar harto de leche en polvo y queso amarillo, procedente de la ayuda americana, que nos regaló el presidente Eisenhower, en el año 1953, a cambio de instalar en España bases militares. También tenía hartazgo de labores no correspondientes con su edad, cosa habitual entonces, para disgusto de los niños de la época.
—¡La sociedad de la obediencia!
—¡Me pregunto yo!
—¿Cómo es posible que la gente de esa época no tuviera cerebro para darse cuenta de las acciones de maltrato y explotación infantil? 
Pero dejemos esto, que es otra historia, y vayamos a lo que íbamos. 
Claudito, de constitución delgaducha, siendo un niño, le obligaban en el verano a ejercer de lazarillo con un clérigo, sustituto de otro, consanguíneo suyo y colega del anterior. 
Este, autoritario y mandón, tenía asignadas dos pedanías anexas a un pueblo principal, que a duras penas aparecen en el mapa. No había carreteras, se accedía a través de caminos rurales, que el niño, debería de conocer por decreto, aunque nunca los hubiera visto ni en el atlas. 
Diariamente, tenía que dirigir al cabreado abate, bajo un sol de justicia, hacia los lugares, donde oficiaba el culto.
Cabreado estaba, el abate, porque Claudito, en un principio desconocía la senda y, al no ejercer de pitoniso, tenía que averiguarlo a base de interrogar a los solitarios pastores. El muchachito, no debería de ser muy torpe, puesto que aparte de tener el don de la palabra y de comunicarse adecuadamente, (cosa no implícita en el “coco” del presbítero) también, se sabía la misa en latín de cabo a rabo. Para mayor turbación del bendito. 

Otro clérigo, cura párroco del pueblo principal, obligó a todos los chavales a trabajar cavando y transportando a lomo la tierra de un pozo negro que se le antojó construir para hacerse unas letrinas. 
Claudito el canijo tuvo que obedecer, a modo de un niño obrero, sin salario. (Mano de obra barata). 
Por mandato imperativo y exigente; madrugó, trabajó, se deslomó, aguantando estoicamente la labor extenuante, además de soportar sus únicas y martirizantes sandalias pardas, de duro y cruel “box-calf” que no crecían al compás de sus desventurados pies.
Esto, hoy, sería calificado y castigado, como abuso ilegal y maltrato. 
Todas esas acciones, ejercían un impacto negativo en los niños. 

 Este relato, parecido a cuento novelesco, no puedo dudar de que ocurriera en aquellos años de “Maricastaña”, puesto que el que me lo contó no es persona tremendista.

—¡Ciertamente!
—Muchos curas y monjas castigaron severamente a los niños y niñas, durante considerable tiempo, generalmente sin motivo importante. Con sadismo en muchos casos.
Particularmente, vi a uno, que, sonriendo, y valiéndose de una llave antigua, le sacudía golpes en la cabeza a los niños de un asilo gobernado por él. 
Hay que señalar, en honor a la verdad, que también hubo curas buenos, bondadosos, con humanidad y bienhechores ¡Y los hay! 

 Al parecer, algunos años más tarde, el allegado clérigo, perdió la vocación y abandonó su Congregación. Disipándose también la fama y credibilidad que le había caracterizado. 

En la primera mitad del siglo XX, los que destacaban en las escuelas de los pueblos, eran enviados a los seminarios y a los institutos, mediante una beca de estudios, que le otorgaba la generosidad del régimen. Cosa que nunca se dijo, sino que eran de la justicia social. Esa justicia solamente el gobierno de Franco la llevó a cabo. 
Más tarde, una mayoría de los curas abandonaban al no tener vocación y haber conseguido de balde una carrera de enseñanza y un futuro.

—¡El pasado, no puede permanecer enterrado y olvidado eternamente!