domingo, 29 de abril de 2018

38 CARTA A UN ZOQUETE


Ya anuncié en el momento adecuado, las virtudes de una abuela, ensalzando su valor a la hora de sacrificarse tanto por sus hijos como por sus nietos.
(También de un abuelo, no obstante, en otra escala).
Pero no es ese el argumento que  quiero tocar:
Deseo destacar, el modo de expresión escrita, en Facebook y otros medios sociales, de algunos y algunas atrevidas, que, refiriéndose a las bondades de las abuelas, y a otros asuntos intrascendentes, utilizan frases como ¨Mi abuela tiene un jardín¨, o “Mi abuela tiene un novio”. Además de otras estupideces y memeces parecidas, seguidas de la onomatopeya de la risa, “jajaja”. Por supuesto, todos los textos rebosantes de faltas de ortografía y mala redacción.
Cuando un texto se escribe en tono jocoso, no es necesario indicar la risa, cuando está bien escrito, puesto que toda persona lógica tiene la capacidad tanto de reírse como de manifestar otras emociones, siempre y cuando su cerebro esté adecuadamente amueblado; por lo que no es necesario sugerir la obligatoriedad de reírse, o llorar. — ¡Que yo sepa! 
Ya que la mayoría de los lectores, no son tontos.
El Diccionario de Real Academia de la Lengua Española, contempla la interjección ¡JA, JA!  Pero bajo mi punto de vista, hay que utilizarlo en puntuales ocasiones, sin abusar y bien escrito, separado por comas.
Por lo tanto, todos aquellos atrevidos a escribir en los medios sociales, deben de entender la semántica, el léxico y la ortografía.  Algo que al parecer no le interesa, solamente les mueve la astracanada, la vulgaridad y la risotada. 
Esto denota que el vocabulario de algunas y algunos zoquetes, parece limitarse a unas pocas palabras. Seguramente, por pasotismo, por falta de lectura y por no preocuparse de culturizarse adecuadamente. O bien, son analfabetos.
Las faltas de ortografía y fallos en la redacción de un texto, son algo que descalifica al personaje, puesto que la ignorancia es muy atrevida.  ¡Imperdonable!
Me pegunto porqué Facebook no cierra la cuenta de estos seres, que dejan mal al resto de la sociedad.

37 AMIGOS DE MOCEDAD


Como todo el mundo, yo tuve varios amigos, unos muy cultos, otros menos, e incluso otros incultos.

— ¡De todo un poco!

Porque yo creo que estoy capacitado para llevarme bien con todo el mundo. — Salvo con los membrillos.

Algunos de ellos, ya se han ido al patatal y otros siguen aguantando conmigo estoicamente los avatares de la vida.

Uno de ellos, de los más alocados, de cuyo nombre no quiero recalentarme los cascos.

En su juventud, primeramente, fue guarda de parques y jardines. Vestía uniforme estilo dibujo de Mingote. Sombrero gris de ala ancha, botas de media caña, tahalí, pantalón bombacho y guerrera de gran solapa roja.

Después ejerció como empleado de ayuntamiento. En su tiempo libre trabajó en el mercado como estibador de camiones, lo cual le proporciono mucha fuerza y vigor, debido al trasiego de cajas y bultos pesados. Tanto es así, que exhibía su fuerza en eventos y reuniones, cogiendo en brazos a las señoras junto con la silla en la que estaban sentadas.

— ¡Para dar la nota!

Al fumarse la tabacalera casi entera, cierto día, el médico le recomendó no fumar cigarrillos.

Como lo interpretó mal, se dio al vicio de los puros, (más bien tagarninas) fumándose 17 todos los días.

Por segunda vez, el médico lo llamo loco.

Como la cosa no pintaba bien con el tabaco, se dio a la afición cervecera, trasegando 6 litros del líquido alcohólico todos los días. Hasta que la sabia naturaleza le pasó factura, avisándole con un ataque. Se libró por los pelos de la partida hacia el averno.

Ahora, con las restricciones prescritas, ha cambiado de vicio, puesto que la recomendación es comer alimentos no azucarados. Desayuna un tazón de leche migada con un kilo de galletas y repite lo mismo en la merienda.   — ¡Eso sí! ¡Sin azúcar!

¡Que Dios lo coja confesado!



Dentro de esta fauna de amigos que tuve, había uno; V. M., q.e.p.d. Muy inteligente y bastante ilustrado. Como se tomaba la vida en tono jocoso, recuerdo que cuando los domingos le pedía la paga a su madre, lo hacía al estilo gánster. Con el cuello del abrigo subido, sacaba del bolsillo interior una pistola de agua pintada de negro, intimidando a la “mujerita”, — ¡La Pasta!

La mujer, amedrentada, sacaba el monedero sin más dilación.

Supo vivir la vida de forma agradable, complaciendo a todos sus amigos y allegados.

Para él, mi grato recuerdo.


36 EL BONITO CUENTO, DE LAS MOSCAS DE BERNARDITO


A mi celebrado y proceloso amigo, Bernardo (Tito en lo íntimo), que es, entre otras cosas, uno de los hombres más conspicuamente bárbaros que haya podido conocer.
Versado en chotearse del amigo y no con él, siempre bajo estrambote y coda.
Gran veterano y aberrado catador de tagarninas, birra, Pilsen y lúpulo.

Las moscas de Bernardito, seguramente descendientes de los reyes Godos, son unas moscas negras, molestas, belicosas e inquisidoras, a las que hay que tratar con consideración, pues Bernardito las cuida con mucho respeto y esmero; son su más admirada compañía. Le gusta ver como saltan desde lo escatológico hasta a lo dulce, dejando su deyección sobre ello.

La hay de varias razas:

“Musca doméstica”, de mula, de burro, mosca azul, mosca verde, de la carne, moscarda, moscardón, mosca escorpión y mosca zumbadora.

Y si alguna de ellas se porta mal, la castiga con un zapatillazo, aplastándola encima del bollo, acto seguido, reparte con primor las piezas de pan entre todos los invitados.

Esos hostiles, mimados y bien alimentados dípteros, se reproducen en bandadas, siendo los dueños absolutos de la estancia, y no vale perseguirlos, se han hecho inmunes a cualquier atrapamoscas, insecticida o spray.

¡Eso sí! Las moscas, están bien educadas. 

En las cenas y veladas a las que Bernardito invita a sus amigos, ellas cuidan muy bien de los convidados; posándose en los platos, en el borde de los vasos y “excretando” en los postres. A todo esto, Bernardito, la goza con el buen comportamiento de sus fascinantes moscas, y no consiente que nadie las intimide.