A mi celebrado y proceloso amigo, Bernardo (Tito en lo íntimo), que es, entre otras cosas, uno de los hombres más conspicuamente bárbaros que haya podido conocer.
Versado en chotearse del amigo y no con él, siempre bajo estrambote y coda.
Gran veterano y aberrado catador de tagarninas, birra, Pilsen y lúpulo.
Las moscas de Bernardito, seguramente descendientes de los reyes Godos, son unas moscas negras, molestas, belicosas e inquisidoras, a las que hay que tratar con consideración, pues Bernardito las cuida con mucho respeto y esmero; son su más admirada compañía. Le gusta ver como saltan desde lo escatológico hasta a lo dulce, dejando su deyección sobre ello.
La hay de varias razas:
“Musca doméstica”, de mula, de burro, mosca azul, mosca verde, de la carne, moscarda, moscardón, mosca escorpión y mosca zumbadora.
Y si alguna de ellas se porta mal, la castiga con un zapatillazo, aplastándola encima del bollo, acto seguido, reparte con primor las piezas de pan entre todos los invitados.
Esos hostiles, mimados y bien alimentados dípteros, se reproducen en bandadas, siendo los dueños absolutos de la estancia, y no vale perseguirlos, se han hecho inmunes a cualquier atrapamoscas, insecticida o spray.
¡Eso sí! Las moscas, están bien educadas.
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