sábado, 18 de febrero de 2012

24 BLUE JEANS PITUSA ROCK







21 - BLUE JEANS PITUSA ROCK

Seguramente, uno de los primeros anglicismos que yo percibí en mi juventud, fue el de: “Blue Jeans”. Aquellos pantalones vaqueros, icono sociocultural, muy utilizados por los grupos de Rock en las décadas sesenta y setenta del pasado siglo, como símbolo y rechazo a los convencionalismos, el inconformismo y la provocación. Con ellos causábamos furor, paseando por nuestra Plaza Mayor y por la calle de Toro, más conocida en aquel tiempo por el “Paseo del dólar”. Nombre adjudicado, al ser ocupada la calle por la horda de puertorriqueños y sudamericanos que habían aterrizado en nuestra Universidad.

En aquella década prodigiosa, ellas, también causaba delirio, con la aparición de la minifalda, prenda creada por “Mary Quant” en 1965. En España, llevar minifalda era un signo de provocación, incluso de cariz revolucionario que irritaba a los reaccionarios, machistas y celosos en general. Véase “La Minifalda” de Manolo Escobar.

Tejanos con etiqueta de cuero, en la que figuraba “Blue Jeans Pitusa Rock”. Última moda, importada por los “Yankees”. Eso, era una de las pequeñas cosas que nos hacían felices, juntamente con las películas americanas, los cigarrillos “Bubi” y “Camel” con filtro, las cazadoras de vivos colores, con cuello subido y cremallera. O los “guateques”, donde bailábamos el “Rock and Roll”, "" y el “Twist” al son del “Pick-up”, imitando a los cineastas de películas, como “West Side Story” y “Rebelde sin causa”. No necesitábamos móvil para las citas con nuestros amigos o novias. En la distancia nos comunicábamos por carta, garabateando con sublime letra, redondilla o cursiva, que para sí quisieran las generaciones actuales. No nos imaginábamos el futuro, con la aparición del “Twitter”, WhatsApp, ni “Facebook”, palabras que han penetrado en nuestro idioma juntamente con “Disket”, “Email” o “Gel”, entre otras. En lugar de “Gel”, nos aseábamos con jabón Heno de Pravia, Marsella, Gota de Ámbar y Lagarto, hasta que apareció el “Moussel”.

Ahora hacemos nuestros “Business” con un “Smarphone”, tomamos un “Sándwich”, las mujeres han cambiado sus medias de cristal por “Pantys”, y practican “Aerobic” viendo un “Reality Show”, después de hacer “Clip” en el “Software”, para más tarde realizar su “Hobby” o hacerse un “lifting”. Algunos de mis contemporáneos, se acordarán de la tranquilidad que se respiraba en la ciudad, Los automóviles no requerían “Parking” ni tampoco necesitábamos teléfono móvil para “Chatear”. Por entonces, nos empezábamos a modernizar, comenzaba la era espacial con el “Sputnik”, el “Explorer”, y el “Programa Apolo”.

Se hicieron grandes avances, rápidamente en misiles, materiales científicos y tecnología informática. Gran parte de los conocimientos desarrollados originalmente para aplicaciones espaciales han sido dedicados a otros usos.

En lugar de “Mcdonald’s, o “Burger King”, nos confortábamos con un “bocata” de calamares y un tintorro, en el bar “El Gorro Blanco”.

Además de baretos, tascas y tabernas, disfrutábamos de lujosas cafeterías, como las afamadas: “Cafetería Castilla”, “California”, "Capitol", "Niágara", "American Bar", “Nacional”, “Villarrosa”, “Pereira” o Regio.

— ¡y por qué no!

También el afamado restaurante “TASIO” un lugar acogedor, donde se podían degustar tanto la mejor cocina, como la afabilidad, cordialidad y sabiduría de su dueño, que aún hoy en día sigue divulgando su simpatía y educación por donde quiera que va. Ahí acudíamos el grupo de amigos, tanto a degustar su virtuosa gastronomía, como a jugar nuestra partida de cartas. Lugar encantador donde se respiró tranquilidad, cortesía y cordialidad durante toda su existencia. De eso, todos mis coetáneos, seguimos teniendo nostalgia.

Por todos estos lugares, pululaban los desaparecidos limpiabotas, ataviados de negro, probablemente para así disimular los posibles pringues de betún.

—¡Limpia!

Se anunciaban con voz aguardentosa, portando su peculiar caja, esta, rematada con un artilugio para que la clientela apoyara el pie, a fin de facilitar la labor del lustrado.

Avanzando en el modernismo ciudadano, también por aquel tiempo fue inaugurada la hoy desaparecida cafetería “Suzie Wong”, que tomó el nombre de la famosa película, estreno del momento, protagonizada por Willian Holden y Nancy Kwan. Allí empezamos a conocer los “Sánwichs” y platos combinados, modas así mismo, trasladadas de “United States of America”.

Predominaban también los vendedores ambulantes, pregonando su mercancía a grito “pelao”.

–¡Mielerooo…mieeel!

—¡Lecherooo!;

—¡Sardina fresca!

—¡Berros, marujas y cardillooos!

—¡Churreraaa!;

—¡El colchonero!

   O el vendedor en la plaza de toros, voceando

– ¡Hay gaseosa frescaaa!

—¿Y en el cine? ¡Bombón helado Kelly!

No habían aterrizado, el “Walkman” ni “MP3”, los más hábiles nos recalentábamos el casco con una radio galena, en la que por las noches oíamos con un auricular de baquelita, a Narciso Ibáñez Serrador, contar las terroríficas Historias para no dormir.

¡Y tan terroríficas!

–Muerto de miedo no pegaba ojo en toda la noche, a costa de las dichosas historias.

Uno de los avances importantes de aquel tiempo, fue el gran paso de las alpargatas y zapatillas playeras, a las genuinas y legítimas botas de deporte, estas fabricadas en lona y rematadas finamente con puntera de goma, incluida una elegante y redondeada tobillera blanca.


Aquel pasado tan dichoso que fue, esos momentos mágicos que nunca olvidaré.

– ¡Menos mal, que nos libramos del “orinal”!

¿Dónde estás juventud, dónde te has ido?

La piedra se va muriendo
desmenuzándose dentro de mi pecho,
va llegándome a los ojos,
va cubriéndome hasta el último helecho.

(Chabuca Granda)