martes, 14 de diciembre de 2010

18 TRATO DE ARTESANÍA


GUMÍA ARTESANA

Durante un veraneo caluroso que pasamos mi esposa y yo en compañía de unos parientes visitando la costa verde; aterrizamos cierta tarde con parsimonia en la feria de muestras de Gijón. Topamos por casualidad con una especie de zoco magrebí lleno de tenderetes en los que se exhibían toda clase de variedades típicas del norte de África. Se mostraban por doquier: Teteras artesanales labradas con arabescos y relieves, fanales en cristal multicolor, bisutería bereber de alpaca, bandejas rifeñas nostálgicas de cuscús, maletas y bolsos con raro tufillo a piel precariamente curtida, tapices y alfombras de las Mil y una Noches, telas de seda traídas de Samarkanda y babuchas fabricadas a mano, mitad badana y mitad cartón piedra; la lista sería interminable.
Inmediatamente, me llamaron la atención una serie de dagas expuestas estratégicamente para atraer a los coleccionistas de armas antiguas; interesándome rápidamente por una de ellas, muy solícito, un nómada intentaba vendérmela asegurando la pertenencia, en tiempo pasado, a un Jeque llamado “Lawrence of Arabia”, o algo así.
Mi acompañante, que vivió una muy larga temporada en el Sahara, como oficial de infantería y muy avezado en el entendimiento del carácter moruno, interrumpió rápidamente la negociación, afirmando fehacientemente lo burdo de la imitación.
Inesperadamente, apareció como por encanto de cuento oriental, un personaje acicalado a la usanza árabe; como podría haber vestido Alí Babá. Cargaba una chilaba más traída y llevada que el jubón de Lucas Trapaza, se cubría la cabeza con un viejo turbante descolorido, que en otra época pudo ser de un raro azul celeste o verde desmayado. Acompañaba al del zoco un “paisa”, con el pelo cortado tan violentamente, como si se lo hubiera cercenado un barbero beodo con vieja maquinilla perrezna.
Sentándose a la usanza oriental, asió el marroquí una alforja, de la que extrajo al estilo Aladino, varias hermosas gumías exhibiéndolas como si de joyas de califa se trataran; requiriendo por cada una de ellas tal fortuna, que muy holgadamente podría vivir una tribu beduina durante un lustro.
Mi familiar experto en decenas de estratagemas saharianas y sin dejarse embaucar con los argumentos históricos referentes a las gumías, debatió con el muslime durante un rato largo, ofreciéndole a cambio de las dagas una cantidad considerada justa para el buen fin del trato. No conformándose el vendedor con la suma ofrecida, nos largamos con la música a otra parte, para volver al día siguiente, erre que erre, procurando conseguir las armas al precio planteado.
Al tercer día, mi allegado, ya íntimo amigo del mercante; se acomodó junto a él sobre un escabel del siglo II ad C, revestido de almohadones exóticos traídos de Damasco. Y sin ceder un ápice de la cantidad propuesta, regateando mucho tiempo en tono coloquial selló su estrategia, hasta que con astucia abandonó la negociación en el momento preciso, dejando al agareno con tres palmos de narices y con la duda de haber desterrado su gran oportunidad de negocio.

–Con motivo de la celebración del Ramadán, Nadím (amigo), no pudo practicar la tradicional hospitalidad nómada, ofreciéndonos el popular té a la menta, por respeto al ayuno–

Cuando ya anochecido salíamos del recinto ferial, dando por terminada nuestra jornada de visita, oímos detrás de nosotros unos pasos presurosos y respiración jadeante. ¡Sorpresa! Era el rifeño que accedía a los deseos de mi pariente, claudicando y aceptando el precio ofrecido.
Fue la recompensa a la constancia,  al conocer y al diálogo  inteligente y convincente.
Conservo una de las gumías en un lugar preferente de mi casa y, cada vez que la contemplo me suscita el recuerdo del buen hacer, del talento y de la sensatez.




NOTAS ACLARATORIAS:

El nombre de Gumía deriva del árabe Comí que significa valiente. Indudablemente es un arma pero también es una herramienta que se utiliza para distintos usos. En la zona rural se usaría para cortar todo aquello que resultara necesario. En el desierto alcanza un mayor relieve. Al pueblo árabe se le ha identificado mucho con estas armas y es lógico si pensamos que gran parte de esta gente se ha movido siempre en zonas saharauis.

Para los que crean que el sustantivo “moro” es utilizado en tono peyorativo, adjunto a continuación la definición que hace la Enciclopedia Libre WikipediA


Moro es un término de uso popular y coloquial, para designar, sin distinción clara entre religión, etnia o cultura; a los naturales del Noroeste de África o Magreb (expresión árabe que comprende todo el oeste de África al norte del Sahara: la actual Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez e incluso Libia), y también de forma genérica a cualquier musulmán, independientemente de su origen.
Utilizado por autores griegos y romanos para designar a los pueblos norteafricanos habitantes del antiguo reino de Mauritania y las antiguas provincias romanas de Mauritania Tingitana y Mauritania Cesariense; desde la Edad Media el término moros se ha venido utilizando, incluso en la literatura culta, para designar a un conjunto impreciso de grupos humanos: tanto a los musulmanes españoles (andalusíes, enfrentados durante el extenso periodo histórico denominado Reconquista -siglos VIII al XV- a los reinos cristianos peninsulares), como a los bereberes, a los árabes o a los musulmanes de otras zonas (de forma intercambiable con otros términos hoy obsoletos -sarraceno, agareno, ismaelita, etc.-); incluso a los de raza negra (como Shakespeare en Otelo, el moro de Venecia, en un uso más propio de la Inglaterra isabelina) o a cualquier persona de tez oscura (como en el apodo del condottiero Ludovico Sforza, llamado Ludovico il Moro).