martes, 3 de junio de 2008

4 Evocación del espíritu sereno








SONETO

El crepúsculo cubre la ribera,
las náyades velan los caudales,
el céfiro brinca por los trigales,
sosegada y sola queda la era.

La luna sobre el río reverbera,
los anuros loan en cañaverales;
álamos y chopos hablan ideales,
la boyada regresa placentera.

Penden adormecidas las coyundas,
ante sus desvanecidas labores.
¡Por qué las yuntas están errabundas!

Orlado está el cielo de fulgores,
tinieblas en el campo profundas.
Del hogar contemplo los resplandores.

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