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- BLUE JEANS PITUSA ROCK
Seguramente,
uno de los primeros anglicismos que yo percibí en mi juventud, fue el de: “Blue
Jeans”. Aquellos pantalones vaqueros, icono sociocultural, muy utilizados por
los grupos de Rock en las décadas sesenta y setenta del pasado siglo, como
símbolo y rechazo a los convencionalismos, el inconformismo y la provocación.
Con ellos causábamos furor, paseando por nuestra Plaza Mayor y por la calle de
Toro, más conocida en aquel tiempo por el “Paseo del dólar”. Nombre adjudicado,
al ser ocupada la calle por la horda de puertorriqueños y sudamericanos que
habían aterrizado en nuestra Universidad.
En
aquella década prodigiosa, ellas, también causaba delirio, con la aparición de
la minifalda, prenda creada por “Mary Quant” en 1965. En España, llevar
minifalda era un signo de provocación, incluso de cariz revolucionario que
irritaba a los reaccionarios, machistas y celosos en general. Véase “La
Minifalda” de Manolo Escobar.
Tejanos
con etiqueta de cuero, en la que figuraba “Blue Jeans Pitusa Rock”. Última
moda, importada por los “Yankees”. Eso, era una de las pequeñas cosas que nos
hacían felices, juntamente con las películas americanas, los cigarrillos “Bubi”
y “Camel” con filtro, las cazadoras de vivos colores, con cuello subido y
cremallera. O los “guateques”, donde bailábamos el “Rock and Roll”, ""
y el “Twist” al son del “Pick-up”, imitando a los cineastas de películas, como
“West Side Story” y “Rebelde sin causa”. No necesitábamos móvil para las citas
con nuestros amigos o novias. En la distancia nos comunicábamos por carta,
garabateando con sublime letra, redondilla o cursiva, que para sí quisieran las
generaciones actuales. No nos imaginábamos el futuro, con la aparición del
“Twitter”, WhatsApp, ni “Facebook”, palabras que han penetrado en nuestro
idioma juntamente con “Disket”, “Email” o “Gel”, entre otras. En lugar de
“Gel”, nos aseábamos con jabón Heno de Pravia, Marsella, Gota de Ámbar y
Lagarto, hasta que apareció el “Moussel”.
Ahora
hacemos nuestros “Business” con un “Smarphone”, tomamos un “Sándwich”, las
mujeres han cambiado sus medias de cristal por “Pantys”, y practican “Aerobic”
viendo un “Reality Show”, después de hacer “Clip” en el “Software”, para más
tarde realizar su “Hobby” o hacerse un “lifting”. Algunos de mis
contemporáneos, se acordarán de la tranquilidad que se respiraba en la ciudad,
Los automóviles no requerían “Parking” ni tampoco necesitábamos teléfono móvil
para “Chatear”. Por entonces, nos empezábamos a modernizar, comenzaba la era
espacial con el “Sputnik”, el “Explorer”, y el “Programa Apolo”.
Se
hicieron grandes avances, rápidamente en misiles, materiales científicos y
tecnología informática. Gran parte de los conocimientos desarrollados
originalmente para aplicaciones espaciales han sido dedicados a otros usos.
En
lugar de “Mcdonald’s, o “Burger King”, nos confortábamos con un “bocata” de
calamares y un tintorro, en el bar “El Gorro Blanco”.
Además
de baretos, tascas y tabernas, disfrutábamos de lujosas cafeterías, como las
afamadas: “Cafetería Castilla”, “California”, "Capitol",
"Niágara", "American Bar", “Nacional”, “Villarrosa”, “Pereira”
o Regio.
— ¡y
por qué no!
También
el afamado restaurante “TASIO” un lugar acogedor, donde se podían degustar
tanto la mejor cocina, como la afabilidad, cordialidad y sabiduría de su dueño,
que aún hoy en día sigue divulgando su simpatía y educación por donde quiera
que va. Ahí acudíamos el grupo de amigos, tanto a degustar su virtuosa gastronomía,
como a jugar nuestra partida de cartas. Lugar encantador donde se respiró
tranquilidad, cortesía y cordialidad durante toda su existencia. De eso, todos
mis coetáneos, seguimos teniendo nostalgia.
Por todos
estos lugares, pululaban los desaparecidos limpiabotas, ataviados de
negro, probablemente para así disimular los posibles pringues de betún.
—¡Limpia!
Se
anunciaban con voz aguardentosa, portando su peculiar caja, esta, rematada con
un artilugio para que la clientela apoyara el pie, a fin de facilitar la labor
del lustrado.
Avanzando
en el modernismo ciudadano, también por aquel tiempo fue inaugurada la hoy
desaparecida cafetería “Suzie Wong”, que tomó el nombre de la famosa película,
estreno del momento, protagonizada por Willian Holden y Nancy Kwan. Allí
empezamos a conocer los “Sánwichs” y platos combinados, modas así mismo,
trasladadas de “United States of America”.
Predominaban
también los vendedores ambulantes, pregonando su mercancía a grito “pelao”.
–¡Mielerooo…mieeel!
—¡Lecherooo!;
—¡Sardina
fresca!
—¡Berros,
marujas y cardillooos!
—¡Churreraaa!;
—¡El
colchonero!
— O el vendedor en la plaza de toros,
voceando
–
¡Hay gaseosa frescaaa!
—¿Y
en el cine? ¡Bombón helado Kelly!
No
habían aterrizado, el “Walkman” ni “MP3”, los más hábiles nos recalentábamos el
casco con una radio galena, en la que por las noches oíamos con un auricular de
baquelita, a Narciso Ibáñez Serrador, contar las terroríficas Historias para no
dormir.
¡Y
tan terroríficas!
–Muerto
de miedo no pegaba ojo en toda la noche, a costa de las dichosas historias.
Uno
de los avances importantes de aquel tiempo, fue el gran paso de las alpargatas
y zapatillas playeras, a las genuinas y legítimas botas de deporte, estas
fabricadas en lona y rematadas finamente con puntera de goma, incluida una
elegante y redondeada tobillera blanca.
Aquel pasado tan dichoso que fue, esos momentos mágicos que nunca olvidaré.
–
¡Menos mal, que nos libramos del “orinal”!
¿Dónde
estás juventud, dónde te has ido?
La piedra se va muriendo
desmenuzándose dentro de mi pecho,
va llegándome a los ojos,
va cubriéndome hasta el último helecho.
desmenuzándose dentro de mi pecho,
va llegándome a los ojos,
va cubriéndome hasta el último helecho.
(Chabuca Granda)